Javier Lastras (2010). Callos a la madrileña |
“Tenía delante a un tío que había elegido libremente pasarse las mañanas encerrado en una cárcel, que jugaba al mus todas las tardes con un asesino múltiple de pareja, y que por las noches, de vez en cuando, traía violadores a dormir en el salón. Ninguna mujer tan rica como yo, con una vida tranquila, una casa en propiedad, un amante joven, y un hijo sano y divertido, podría pensar siquiera en un hombre tan poco conveniente.
-De nada –contesté-. ¿Puedo preguntarte una cosa?
-Claro.
-¿Tú comes vísceras?
Se echó a reír y encogió los hombros antes de contestarme.
-¿Por qué quieres saber eso?
-Es un secreto. ¿Comes o no comes?
-¿Callos, riñones y cosas así? –preguntó, yo asentí con la cabeza-. Sí, claro que como. Me gustan mucho, sobre todo el hígado encebollado, los riñones de ternera y las mollejas.
-Lo sabía –murmuré”.
Grandes, Almudena (1994): Malena es un nombre de tango. Barcelona. Tusquets. Andanzas, 211.
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