Gracias, nubes, que sois cisnes
volando en las madrugadas,
Gracias, nubes, que salváis
las cosechas resecadas.
Gracias, nubes, el juguete
de los niños sin ventura.
Gracias, corderitos blancos
que dormís allá en la altura.
Gracias, toldos para el Sol
en las tardes de verano.
Gracias, cántaros copiosos
sobre la fruta y el grano.
Gracias, belleza infinita:
aeroplanos sin destino.
A vosotras os debemos
el pan, la fruta y el vino.
STORNI, Alfonsina (1970): Lecturas Escolares. Valladolid : Miñón, pág. 20.
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